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Mostrando entradas de 2020

Un Mundo Sin Fin (World Without End)

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UN MUNDO SIN FIN (SAGA “LOS PILARES DE LA TIERRA” PARTE 2) Ken Follett (2007) ¿Una pandemia puede considerarse como un castigo divino, como una revelación o una señal? ¿Es justo juzgar y condenar a aquellos que originaron tal peste? Wenda sólo tenía ocho años, pero no le temía a la oscuridad. Todo estaba como boca de lobo cuando abrió los ojos, aunque no era eso lo que la inquietaba. Sabía dónde estaba, en el priorato de Kingsbridge, en el alargado edificio de piedra al que llamaban hospital, tumbada sobre la paja que había esparcida en el suelo. Por el cálido olor lechoso que llegaba hasta ella, imaginó que su madre, que descansaba a su lado, estaría amamantando al recién nacido, al que todavía no le habían puesto nombre. A continuación yacía su padre y, al lado de éste, el hermano mayor de Gwenda, Philemon, de doce años. El hospital estaba abarrotado y aunque no llegaba a distinguir con claridad a las otras familias que ocupaban el suelo del recinto, hacinadas como ovejas en un redil

Los Pilares de la Tierra (The Pillars of the Earth)

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LOS PILARES DE LA TIERRA Ken Follett (1989) ¿Qué tanto eres capaz de hacer con tal de alcanzar el sueño de tu vida? ¿Qué cosas dejarías de lado para ello? Los chiquillos llegaron temprano para el ahorcamiento. Todavía estaba oscuro cuando los tres o cuatro primeros se escurrieron con cautela de las covachas, sigilosos como gatos, con sus botas de fieltro. El pequeño pueblo aparecía cubierto por una ligera capa de nieve reciente, como si le hubiesen dado una nueva mano de pintura y sus huellas fueron las primeras en manchar su inmaculada superficie. Se encaminaron a través de las arracimadas chozas de madera y a lo largo de las calles de barro helado hasta la silenciosa plaza del mercado donde esperaba la horca. Los muchachos aborrecían todo aquello que sus mayores estimaban. Despreciaban la belleza y se burlaban de la bondad. Se morían de risa a la vista de un lisiado y si topaban con un animal herido lo mataban a pedradas. Alardeaban de heridas y mostraban orgulloso

Los Herejes de Oxford (Heresy)

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LOS HEREJES DE OXFORD S. J. Parris (2011) ¿Qué clase de cosas puede hacer una persona en aras de defender la fe en la que cree? ¿Cuán extremos crees que podrían ser esos actos? La puerta exterior se abrió repentinamente con un golpe que resonó en el pasillo, y el suelo de madera se estremeció con el firme paso de numerosos pies. En el interior del cubículo, donde me hallaba sentado al borde de un banco, cuidando mucho de no acercarme demasiado a la boca del pozo negro que se abría a mis pies, la llama de mi pequeña vela se agitó ante la repentina corriente de aire de aquella irrupción, lanzando sombras que danzaron en las paredes de piedra. Allora , me dije alzando la vista. Por fin han venido por mí. El ruido de pasos se detuvo ante la puerta del cubículo y fue sustituido por el furioso golpear del puño del abad contra la puerta acompañado de los gritos de su voz, enronquecida más allá de su tono habitualmente plácido y diplomático. —¡Fra Giordano!, os ordeno que salg

Diez Negritos (Ten Little Niggers/ Ten Little Indians/ And Then There Were None)

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DIEZ NEGRITOS Agatha Christie (1939) ¿Aceptarías la invitación de pasar una un par de semanas en una lujosa mansión ubicada en una paradisíaca isla con todos los gastos pagos? ¿Irías de igual manera si esa invitación la recibes de una persona desconocida? Confortablemente instalado en la esquina de un departamento de primera clase, el juez Wargrave, jubilado hacía poco, echaba bocanadas de humo de su cigarro, recorriendo además con mirada sagaz las noticias políticas del Times. De pronto puso el diario sobre el asiento y echó un vistazo por la ventanilla. En este momento el tren pasaba por el condado de Somerset. El juez consulto su reloj: todavía le quedaban dos horas de viaje. Entonces recordó los artículos publicados en la Prensa sobre el asunto de la isla del Negro. Desde luego se había hablado de un millonario americano, loco por las cosas del mar, que había ocupado esta pequeña isla y había construido en la misma una lujosa residencia moderna. Desgraciadament